martes, 8 de diciembre de 2009

Una anécdota. por Norma Aleandro

"Mis papás hacían Flor de durazno y mi abuela nos llevó a verlos. Fuimos de visita, pero en el camarín mi mamá me dice: vas a tener que hacer de mi hija. La nena que hacía ese papel se había enfermado. Y como mi hermana usaba anteojos porque tenía un ojito desviado, me eligieron a mí. Yo tenía 3 años y lo que veía era esto: a un señor que conocía de casa, amigo de mis padres, vestido de cura; a mi madre vestida de paisana y a mi papá, de gaucho, que me avisaba: cuando mamita se cae al suelo, te agarro y luego te agarra él. ¿Te vas a dejar? Bueno, te la hago corta: de pronto estoy en un lugar oscuro, o sea entre bastidores, y en un lugar con mucha luz está mi madre, o sea el escenario, donde pelea con mi padre y llora. Me entran y mi mamá se cae, se queda con los ojos cerrados y empiezo a decirle: mamá, mamita, mamá, para que se desperatara. El personaje estaba muerto, pero nadie me había explicado. De golpe oigo un ruido pavoroso que me aterra... Era el público aplaudiendo. Imaginate, una niña de 3 años que le grita desesperada a la actriz que acaba de morir es una escena dramática tremenda. Mi padre me quiere tirar por una ventana, el cura me agarra y me agarra de tal modo que se me levanta la pollera y yo muero de vergüenza porque se me ve la bombacha. Todo era un desastre. Bajan el telón, me abrazan, yo lloro y lo único que quiero es que mi abuela me rescate y me saque de ahí. No volví a un teatro por mucho tiempo".

No hay comentarios: