domingo, 27 de septiembre de 2009

Comentario sobre nuestro espectáculo "La cama China" por Gabriela Villano


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Hoy: Tributo a Manuel Mujica Lainez.El viernes 18 de agosto, esta cronista de la Agencia de Noticias Narranews fue a la bodega del Café Tortoni, Av. de Mayo 825, a disfrutar de “La cama china”, un homenaje a Manuel Mujica Lainez realizado por el Grupo Cuentos y Encuentros, formado por Carmen Blanch, Betty Ferkel, Gisel Glasman y Clía Tasso. El asesoramiento literario de la obra corrió por cuenta de Esteban Ierardo, mientras que la idea y la dirección general fueron de Juan Parodi.Llama la atención el cuidado y el esmero puestos por el grupo para la preparación del espectáculo y por conocer a fondo a este escritor, por ejemplo, al asesorarse con un conocedor de la obra del genial Manucho o al armar la sorpresa del final. Me consta el interés de las narradoras orales por este monstruo sagrado de las letras argentinas, ya que el 12 de agosto ppdo., Betty Ferkel y Carmen Blanch, con el espectáculo ya estrenado y en marcha, aceptaron mi invitación de acompañarme a una conferencia sobre la influencia de la pintura en dos o tres cuentos de Mujica Lainez, a cargo de otro estudioso de su obra. Muchachas inquietas, si las hay. Bravo por ellas.La puesta en escena en la Bodega, la música, el vestuario, las luces, los climas, los matices, todo contribuyó a un goce estético de principio a fin del espectáculo. Y los cuentos, por supuesto, fueron la cereza de esa torta que todos disfrutamos: relatos poco narrados oralmente de Manucho que nos conmovieron y que ayudaron a difundir más la obra de este dandi de las letras. Debo confesar que, antes de ir a la Bodega, me preguntaba cómo sortearían las narradoras el peligro que entraña Mujica Lainez para ser narrado oralmente: es un escritor barroco, rococó diría, que despliega un uso preciosista del lenguaje que le da identidad, además de tener vastos conocimientos académicos y artísticos que deja caer como al descuido en su prosa exquisita. Mujica Lainez no se puede “traducir” al registro coloquial; eso sería asesinar sus textos. Entonces ¿cómo evitar el riesgo de caer en la literalidad? ¿Cómo transmitir la belleza de las palabras de Manucho sin “pasar letra” y sin hacer sufrir al cuento? El grupo, con este autor, en mi opinión caminó por la cornisa entre dos peligros; si se alejaban de uno, podrían caer en otro (Mujica Lainez seguramente diría que navegaron “entre Escila y Caribdis”). Felizmente, las narradoras orales, con mucha pericia y trabajo, sortearon estos escollos y presentaron una función respetuosa, bella y digna de elogio.Me dijeron que esta fue la última función de “La cama china” de 2009. Esperamos que el año que viene vuelvan a reponerla varias veces. Los cuentos de Manucho se lo merecen; y el público interlocutor, también.

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