viernes, 11 de enero de 2008


Visitas

A través de la noche urbana de piedra y sequía

entra el campo a mi cuarto.

Alarga brazos verdes con pulseras de pájaros,

con pulseras de hojas.

Lleva un río de la mano.

El cielo del campo también entra,

con su cesta de joyas acabadas de cortar.

Y el mar se sienta junto a mí,

extendiendo su cola blanquísima en el suelo.

Del silencio brota un árbol.

Del árbol cuelgan palabras hermosas que brillan, maduran, caen.

En mi frente, cueva que habita un relámpago...

Pero todo se ha poblado de alas


Octavio Paz

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